Fueron numerosas las ocasiones en que José María Aznar y sus muchachos teóricos de las FAES, esa fundación que propone se elimine el salario mínimo, lanzaron y proyectaron sus tesis en doble sentido. Por un lado de cara a la opinión pública y por otro como “teoría” interna. Aznar lanzó hace años una tesis del tipo eje Madrid-Valencia, atractiva tesis que partiendo de las sucesivas derrotas de la derecha, desde tiempos inmemoriales republicanos debido al voto de izquierdas de Andalucía, País Valencià y Cataluña que condenaban a la Alianza Popular al ostracismo opositor. El mensaje era claro y se cumplió con creces: crear un vivero fuerte de votos valencianos que junto con Madrid contrapesara Andalucía y Cataluña y buscar apoyos de PNV y CiU. Ello le permitió dos buenas legislaturas de también nefandas iniciativas que acabaron llevando la guerra islámica a Atocha.
De ese vivero valenciano hundido entre trajes, berberechos, televisión valenciana, Terra Mítica, Copa Amèrica, el Cabanyal, la F-1… La lista de Valencia es dolorosa, muy dolorosa, pero no ha parecido serlo para los votantes peperos hasta hace bien poco. La falla valenciana ha ardido y poco se salva de ella. Otras fuerzas, de no menos dudosa eficacia, pero aparentemente de distinto sesgo ocupan la comunidad y la alcaldía. El desecho levantino, las cenizas de la gran falla, el culo de la horchata popular está seco… Por eso Aznar brama contra Rajoy y Cospedal dice que todo fue culpa de Zapatero. El descosido del PP es considerable: Berlusconi le aconseja a Aznar volver, él no quiere…tiene demasiados negocios que rentan bien, pero le puede la arrogancia y el ver que su proyecto conservador del siglo 21 derrota hacia escollos importantes. Para eso hicieron falta tantas fundaciones y tantos estudios? ¿Nadie advirtió que esa valencianidad era un nido de piratas? Sí, solamente que pensaban que nunca los pillarían.