Cae la tarde en la Ribeira Sacra y en ese juego de belleza oscilante al que te obliga su geografia: subes, bajas, te cierras en el bosque de carballos cuando de repente el rumor de las aguas te advierten del camino que traza el gran río: Sil o Miño, ambos imponentes. Sigues esas sendas a …
